lunes, 29 de julio de 2013

En defensa de la vida: la lucha antinuclear en México


 Publicado en desinformemonos.org el 1 de junio de 2011.



Desde que opera la planta nuclear Laguna Verde en México, el grupo antinuclear Madres Veracruzanas ha denunciado múltiples irregularidades en sus procedimientos. Sin embargo, a pesar de haber presentado pruebas contundentes al gobierno, sus voces no han sido escuchadas. Hoy día, casi dos décadas después de iniciada su lucha, estas activistas incansables se mantienen en pie evidenciando que el proyecto nuclear en México, que el gobierno hace pasar por “modernizador”, en realidad representa un enorme peligro para la ecología y la vida humana del país.


Xalapa, Veracruz. La construcción de la central nuclear Laguna Verde comenzó en el municipio Alto Lucero, Veracruz en octubre de 1976. Para entonces, las primeras manifestaciones de oposición ya habían brotado por parte de grupos ambientalistas y habitantes de la zona, quienes afirmaban que dicha planta tendría un impacto negativo sobre el entorno natural y la salud. A pesar de las múltiples manifestaciones de resistencia, y sin escuchar las preocupaciones de los posibles afectados, la construcción fue concluida a finales de los años 80.

En enero de 1987 activistas, ecologistas y pobladores de la región se agruparon para manifestar su descontento con el proyecto nuclear, impulsado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Ese día, 10 mil personas participaron en la clausura simbólica de la planta, entre ellas la actriz y activista mexicana Ofelia Medina.


Madres Veracruzanas, luchadoras inagotables

En febrero de ese mismo año se conformó el grupo antinuclear más importante del país: las Madres Veracruzanas. Desde que la planta entró en funcionamiento, estas activistas alzaron la voz para denunciar el riesgo que representaba para la salud humana y la ecología. “Nos organizamos a partir de una inquietud que se gestó a raíz del accidente de Chérnobil, ocurrido un año antes. La gente hablaba del impacto del desastre en diferentes escenarios como el social, educativo y laboral, y la prensa continuamente señalaba los riesgos del uso de la energía nuclear”, comenta Claudia Gutiérrez de Vivanco, líder y representante de la organización. “Ante este ambiente, cuatro mujeres que no nos conocíamos pero que teníamos referencias mutuas sobre nuestro interés por evitar que Laguna Verde operara decidimos reunirnos. En esta primera reunión, acordamos convocar a la población xalapeña y sobre todo a las madres de familia para ofrecer una charla de difusión sobre los pros y contras del uso de la energía nuclear”.

Diversos medios de comunicación (como el Diario de Xalapa o la revista El Jarocho Verde) difundieron las denuncias del grupo, que pronto contó con más de 30 miembros. “En un inicio la respuesta ciudadana fue intensa. Sin embargo, con el tiempo la participación se redujo casi hasta nivel cero; al parecer sucedió el fenómeno de ‘acostumbrarse al riesgo”, añade Claudia.

A pesar de que la participación social fue mínima durante muchos años, las Madres Veracruzanas nunca bajaron la guardia. Desde hace casi 25 años, acuden cada sábado, sin falta, a Plaza Lerdo, en Xalapa. Allí sostienen durante varias horas un par de mantas en las que se lee “Madres Veracruzanas firmes contra Laguna Verde desde 1987” y “¿La última prueba que se requiere es el accidente nuclear?”.

Mucha gente pasa de largo, algunos curiosos se acercan a preguntar. Y ellas, pacientes, siempre explican que exigen el cierre definitivo de la planta nuclear, y describen una y otra vez el riesgo al que se ve expuesta la población con el funcionamiento de la misma. “Buscamos estrategias diferentes para (…) sensibilizar a la población y a las autoridades. Son 19 años de sostener económica y anímicamente un movimiento que parece ser interminable”, escribió en 2006 Mirna Alicia Benítez Juárez, integrante del grupo (revista El Jarocho Verde).

Con el reciente accidente en Fukushima, Japón, el debate académico sobre el uso de energía nuclear se reavivó en el país. Asimismo, Laguna Verde volvió a tomar un lugar importante en la opinión pública. “Estamos observando nuevamente una respuesta en la población y en los medios”, comenta Claudia al respecto.


Un proyecto tambaleante

Pero, ¿por qué tanto rechazo hacia un proyecto que implica una disminución de emisiones contaminantes, la generación de empleos y un “gran paso hacia la modernización del país”?
Por dos grandes motivos. El primero, que es inherente al funcionamiento de todas las centrales nucleares del mundo, sin importar su nivel de seguridad: siempre existe el riesgo de que ocurra un accidente que engendre consecuencias fatales. “Podemos afirmar que al ocurrir una eventualidad de este tipo, las personas que viven alrededor de la planta ¡pueden perderlo todo! Su salud, su patrimonio e incluso la vida. En este respecto, hay que decir que según el artículo 11 de la Ley Reglamentaria Constitucional en Materia Nuclear, la Central Nuclear Laguna Verde no se hace responsable de indemnizar a la población si la causa del accidente tuvo que ver con un desastre natural (como sucedió en Fukushima, en donde el desastre fue generado por un sismo)”. Cabe mencionar que la planta se encuentra erigida en una zona sísmica.

Si a lo anterior se añaden las pésimas condiciones de funcionamiento de la planta, según múltiples denuncias, entonces el riesgo de un accidente nuclear se eleva. Especialistas como Bernardo Salas Mar, físico de la UNAM que trabajó durante muchos años en Laguna Verde y quien fue despedido por denunciar actos de corrupción dentro de la misma, han denunciado reiteradamente las irregularidades bajo las que opera la planta. Con el apoyo de organismos internacionales como Greenpeace, han evidenciado (pruebas en mano, como el famoso documento de la WANO) que a las instalaciones de la central no se les proporciona un mantenimiento adecuado y que el personal no se encuentra capacitado para hacer frente a emergencias.

El segundo motivo por el cual las Madres Veracruzanas rechazan el proyecto nuclear en el país: aunque no ocurra un accidente aparatoso, las centrales de este tipo producen constantemente desechos tóxicos. “Todas las plantas nucleares contaminan en operación normal, generando emisiones radiactivas a pequeña escala, que se acumulan y se vierten sobre pastizales y animales. Esta situación conlleva un lento, silencioso, e invisible mecanismo de afectación a la salud, traduciéndose en diferentes trastornos: cáncer, leucemia, y malformaciones congénitas, entre otras. Como todas las plantas nucleares que existen, la de Laguna Verde no sólo representa un riesgo para la vida local sino para la vida nacional y para el Planeta. La radioactividad no respeta fronteras, y lo que suceda aquí repercutirá alrededor del mundo tarde o temprano”, comenta al respecto Claudia Gutiérrez de Vivanco. Otra gran limitación de las centrales nucleares consiste en que aún no se ha ideado una solución al problema de los desechos radioactivos, que tienen una vida activa de miles de años: tan sólo el plutonio (Pu239), elemento utilizado como combustible nuclear, permanece activo durante 24 mil años.

Al parecer, Laguna Verde ha encontrado una “solución” a este problema: para deshacerse de los residuos generados en la planta, ha descargado éstos sobre el mar y lagos cercanos en más de una ocasión.

En diciembre de 1989 pescadores de la zona donde se ubica la central denunciaron que personal de ésta vertió 130 mil litros de agua radioactiva en un lago cercano, generando con ello una baja en la producción de camarón (“La Revolución verde: El movimiento ambientalista mexicano”, del libro La defensa de la tierra del jaguar. Una historia de conservación en México, de Lane Simonian, 1999).
Asimismo, según denuncian las Madres Veracruzanas, el 19 de abril de 1993 trabajadores de la central declararon a los medios de comunicación que fueron arrojados cinco millones de litros de agua contaminada al mar poco antes de Semana Santa, por órdenes del entonces director Rafael Fernández de la Garza. Esto sucedió, explican, ya que el 10 de marzo anterior se introdujo agua de mar en las tuberías, llenando los tanques de almacenamiento.

Los ejemplos de prácticas irregulares llevadas a cabo en la central sobran. Las Madres Veracruzanas, junto con otras organizaciones, también ponen de manifiesto la quema de basura radioactiva a cielo abierto (suceso documentado por el Diario de Xalapa en 1991).

Algunos gobernantes han fingido prestar oídos a las demandas de estas mujeres. Preocupadas por la salud de sus hijos y nietos, así como por el entorno en que les tocará vivir, ellas han solicitado incontables veces a las autoridades que se lleve a cabo una revisión profunda de la planta. Carlos Salinas de Gortari decidió recibirlas y les prometió que ordenaría una auditoría imparcial para determinar si la planta debía clausurarse. Sin embargo, para realizar dicho procedimiento designó a Manuel López Rodríguez, promotor de la energía nuclear en españa y amigo de Juan Eibenschutz, entonces director general de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (organismo impulsor de Laguna Verde). Lopez Rodríguez también mantenía una relación con Hidroeléctrica Española, S.A., una de las empresas contratistas de dicha central. El veredicto era predecible: Laguna Verde fue declarada por él y su equipo totalmente segura para su operación.


“Con la salud de nuestros hijos no hay componendas”


Las Madres Veracruzanas, con entereza y perseverancia, no se cansan de difundir los riesgos que conlleva el proyecto nuclear en nuestro país, y no se han acobardado ante las intimidaciones de las que han sido objeto. Su consigna es y será la misma que hace veinte años: "Solicitamos el cierre definitivo de la Central Nuclear de Laguna Verde". Que su mensaje se difunda y se unan a ellas más voces es, sin exagerar, un asunto de vida o muerte.

Entrevista a Phillip Lopate, autor de Retrato de mi cuerpo

“Estos relatos personales me permitieron entrar en contacto con mis limitaciones”.


Phillip Lopate: vivencias en papel

Es considerado uno de los grandes ensayistas de la actualidad. Recientemente, el autor neoyorquino visitó México para presentar Retrato de mi cuerpo (Ed. Sexto Piso, 2010), una compilación de vivencias, reflexiones, fobias y manías, narradas en un estilo irónico y elegante. Aquí, una conversación con él.


¿Por qué escribir sobre usted?

Porque necesito un espécimen para analizar y yo quedo a la mano. Creo que en algunos aspectos soy típico, no me considero particularmente fascinante. Además me gusta la idea de observarme con cierta distancia. Este libro es una especie de autobiografía de un hombre perezoso: no cuento toda mi historia, sólo algunas partes. Comparto una gran cantidad de cosas sobre mí y cómo experimento el mundo. Soy un escritor urbano, todo lo que escribo tiene que ver con la vida en la ciudad.


¿Hay algo común a sus relatos?

No me limito a narrar; también reflexiono, racionalizo algunas situaciones. Pienso que solemos engañarnos al hablar de nosotros mismos y tratamos de mostrarnos de la mejor manera posible. Nunca somos completamente honestos, pues no podemos vernos con completa claridad. Siempre habrá impurezas. Sin embargo, en estos apuntes traté de ser bastante franco.


¿Se conoció más con esta obra?

Me topé con un par de cosas que me sorprendieron. Para escribir sobre mi cuerpo, me desafié a mirar mi naturaleza física con tanta claridad y honestidad como me fuera posible. Recientemente me pidieron que redactara un ensayo sobre “el cuerpo masculino”. No sé gran cosa de la anatomía de otros hombres, pero ciertamente sé algo de la mía, así que sobre eso escribí. Creo que dentro de nosotros hay un centro que permanece constante, y estos escritos me permitieron entrar en contacto con él. Para describirme, primero tuve que conocer mis limitaciones… y ello me reconfortó de un modo extraño.


Sobre su intimidad…

Algunas veces me siento avergonzado por las cosas que escribí en estos ensayos, pues cuando lo hice traté de ser lo más sincero posible. Existe una diferencia entre la persona privada y el escritor que hay en mí; la primera puede sentir pena, pero la segunda lo escribe todo. No tenemos solamente una voz; nos componemos de varios seres, y uno de los míos es bastante pudoroso. Pero ese “yo” privado está dispuesto a convivir con mi “yo” público.


Entrevista realizada para la revista Psychologies México, diciembre de 2010.


Retrato de mi cuerpo, de Phillip Lopate, Ed. Tumbona Ediciones, México, 2010.

Melodías de protesta y libertad

Publicado en desinformemonos.org el 07/2011

Durante la década de los 70, la rebeldía ante la opresión política entre los jóvenes de Argentina, Chile, Uruguay, Cuba, México y otros países de América Latina, se convirtió en una plataforma para una sublime creación artística: la música latinoamericana de protesta.


México, D.F. Las canciones de protesta o “la nueva canción”, como también se les conoce, constituyeron un medio de reivindicación del pueblo latinoamericano frente a un entorno político y económico aplastante. Víctor Jara alguna vez dijo que, “más que canciones de protesta, eran canciones de amor”.

Estas melodías, que pronto se convirtieron en verdaderos himnos revolucionarios, buscaban rescatar el folclor de las comunidades; sus letras contaban historias del campo, de la vida diaria de la clase obrera, de sus pesares y alegrías. Muchos cantores retomaron versos de poetas del pueblo, como hizo Violeta Parra con Pablo Neruda o los músicos argentinos con Armando Tejada Gómez. La música folclórica constituyó una afirmación del pueblo y a la vez una crítica de la escasez que prevalecía y de la creciente violación a las libertades humanas. “Queríamos difundir un mensaje, hacer música con contenido. No nos interesaba vender discos. Exigíamos condiciones de vida no miserables, seguridad para los trabajadores en las fábricas, justicia social, y lo hacíamos a través de la poesía. La poesía y el folclor dignificaron la vida rural”, comenta Hebe Rosell, quien fue integrante del grupo de folclor argentino Huerque Mapu.


El rescate de la tradición

Violeta Parra fue la gran predecesora de la canción de autor latinoamericana. Desde los años 50 inició una ardua investigación con el objetivo de rescatar la música folclórica chilena, recorriendo los barrios del país y recogiendo sus tradiciones musicales. Sus canciones reflejaban la situación de pobreza de los campesinos, la corrupción y desigualdad prevalecientes en la sociedad chilena. En “Yo canto a la diferencia”, cantaba:Afirmo, señor ministro/ que se murió la verdad/ Hoy día se jura en falso, por puro gusto, no más. /Engañan al inocente sin ni una necesidad, y arriba la libertad. A los 48 años Violeta terminó con su propia vida, pero dejó atrás un inmortal e invaluable aporte a la música tradicional.
En Argentina, Atahualpa Yupanqui recorría las comunidades indígenas y representaba en sus canciones lo vivido. En “El arriero”, cantaba: Las penas y las vaquitas se van por la misma senda/ las penas son de nosotros/ las vaquitas son ajenas.


La música como medio de lucha

Nacha Guevara, Mercedes Sosa, Daniel Viglietti y la agrupación Huerque Mapu, los “mensajeros de la tierra” en lengua mapuche, formaron parte de la resistencia en Argentina. “Había en aquel tiempo en nuestro país una corriente de izquierda muy fuerte y organizada; estábamos todos conectados, sabíamos qué pasaba en los demás sectores del movimiento. Éramos gente apasionada e ideológicamente formada, estudiábamos música, íbamos al teatro y leíamos poesía. Nuestra lucha era entonces apoyada por el gobierno de Juan Perón, quien veía por los intereses de la clase trabajadora”, explica Hebe Rosell, de Huerque Mapu. La corriente de la izquierda peronista más radical se hacía llamar “los montoneros”, jóvenes marxistas que exigían un socialismo nacional. Huerque Mapu difundía el mensaje de este sector a través de sus canciones.

En Cuba los cantautores Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Pablo Milanés difundían los ideales de la revolución comunista. Su música fue de gran trascendencia internacional no sólo por la calidad de sus letras, sino también por los complejos arreglos musicales de sus melodías.


La llegada de las dictaduras, represión y muerte

Cuando en 1955 los militares tomaron el gobierno y derrocaron a Perón, la gente de izquierda comenzó
a ser perseguida. Miles de intelectuales y militantes fueron desaparecidos o asesinados. Perón regresó en el 73, pero entonces se produjo una ruptura feroz entre la izquierda radical y su gobierno. Cuando murió Perón, se produjo otro golpe militar para derrocar a su viuda y sucesora, María Estela Martínez de Perón. Entonces la represión se intensificó aún más. “Una vez, en un concierto nos arrojaron una bomba lacrimógena”, recuerda Hebe. “Luego fueron a buscarnos a mi departamento, donde nos juntábamos a ensayar, y por suerte pude esconderme con un vecino y escapar con mi hijo pequeño unos días después. Estuve exiliada en España, de donde me echaron, luego en París, y finalmente en México, donde me quedé”.

Otros cantores no corrieron con la misma suerte. En Chile, el caso de Víctor Jara fue emblemático. Jara, quien creció en el campo, cantaba sobre la vida de las clases bajas de Chile. Una de sus canciones más recordadas es “Te recuerdo Amanda”, en la que retrató con gran sensibilidad el amorío de una joven y el trabajador de una fábrica. Sus melodías se caracterizaron por su optimismo, su propuesta pacífica. En “Vamos por ancho camino” cantaba: El odio quedó atrás/ no vuelvas nunca/ sigue hacia el mar/ tu canto es río, sol y viento/ pájaro que anuncia la paz. Paradójicamente, fue asesinado violentamente en el golpe militar perpetrado por Pinochet en 1973.

La mayoría de los músicos de protesta latinoamericanos se vieron obligados al exilio, como Alfredo Zitarrosa, compositor uruguayo, los integrantes de Huerque Mapu, las agrupaciones chilenas Inti Illimani y Quilapayún, Mercedes Sosa y muchos más. “Veías cantando a los exiliados chilenos y argentinos en las creperías francesas. La gente los veía como bichos raros”, recuerda Hebe Rosell.


El regreso del exilio

Con la caída las dictaduras, en la década de 1980, el regreso de los artistas exiliados dio origen a recitales históricos. Tal fue el caso de Mercedes Sosa en Argentina, Quilapayún en Chile y Alfredo Zitarrosa en Uruguay.

Aunque gran parte de los cantantes y agrupaciones de música folclórica se disolvieron con las dictaduras, cuando sus miembros fueron exiliados, muchos quedaron en pie. Inti Illimani continúa hoy día ofreciendo conciertos, como lo hizo Mercedes hasta el 2009, cuando murió. Silvio sigue siendo uno de los grandes exponentes de la música latina de protesta. Por otro lado, cada año en Córdoba, España, se lleva a cabo el festival Cosquín, mismo que reúne año con año a músicos folclóricos emblemáticos.

Probablemente la tiranía haya debilitado al movimiento libertario de aquella época, pero el sentido de la crítica y el amor por la vida están lejos de desaparecer. Los sones del campo, como el huapango, expresan aún un profundo sentido humano, como así lo hacen las corrientes musicales del punk, el ska, el rock, el hip hop y el reggae, que afirman con claridad que la lucha por una sociedad libre y justa sigue en pie.


Documental: El derecho de vivir en paz, de Carmen Luz Parot



Nuestros pactos sensuales


Publicado en Revista Psychologies, número 28

Pareja en azul, por Marluz.
Haciendo honor a la revolución sexual, hoy día podemos formar lazos íntimos basados en la libertad. Pero, para lograrlo, es preciso poner las necesidades de ambos sobre la mesa… y alcanzar un entendimiento.

¿Sí o no? Durante un mes, Julián, publicista de 37 años, y Noemí, contadora de 35, se lo cuestionaron. Y, juntos, lo decidieron: no participar en un intercambio de parejas. “Quería que ella realizara una de sus fantasías: hacer el amor con otros hombres. Yo también sentía ganas de ‘probar’ con otras mujeres. Finalmente, acordamos esperar, sin frustraciones. En este momento no nos sentimos listos para dar ese paso, pero, ¿quién sabe más adelante?”, declara él. Ella agrega que haber contemplado esta posibilidad reforzó su complicidad erótica. “Tratamos de considerar opciones nuevas y llegar a acuerdos. ¡Las prohibiciones matan el deseo!”. En la actualidad, cada pareja tiene la libertad de abrir o no la puerta a experiencias nuevas y de reinventar constantemente las reglas de su sexualidad… sin sentir el peso del juicio sobre sus hombros.


Opciones al alcance

De acuerdo con el sexólogo José Jaime Martínez, director de la Clínica de Atención Emocional, existe en la actualidad una gran cantidad de información sexual a nuestro alcance. “Ello permite que el espectro de posibilidades se amplíe. A medida que se habla más libremente de sexo, los gustos, las pretensiones y los deseos cambian. Lo que antes se consideraba una perversión hoy es una variante más del erotismo humano”, añade.

Si bien los sexólogos denuncian los peligros de una percepción consumista del sexo, también reconocen el lado positivo de la difusión, cuando menos mediática, de prácticas como el intercambio de parejas, los tríos, la bisexualidad o incluso el sadomasoquismo. “Ello ayuda a legitimar la fantasía, que es la articulación de toda liberación sexual. Una gran cantidad de pacientes se muestra afectada por estas ideas; desea deshacerse de ellas, como si se tratara de una parte desconocida y ajena de sí mismos. Aceptar una fantasía, volviéndola parte de la propia historia, resulta sumamente liberador”, analiza la sexóloga Mireya Dubois.


Libres, ¿hasta dónde?

Algunas personas, sin embargo, se sienten desorientadas frente a tantas posibilidades. Los terapeutas de pareja y los sexólogos comprueban que las preguntas que obsesionan a la mayoría de sus pacientes giran en torno a lo que se considera normal y a lo que “deberían” hacer para aumentar el placer. “Algo que escucho cada vez más en consulta es ‘¿quién soy yo en mi vida sexual?’, ‘¿qué dirección debo tomar?’, como si el hecho de que todo fuera posible inhibiera el deseo y disolviera la identidad del sujeto”, comenta el psicoanalista Jean Michel Hirt. Luisa, actriz de teatro de 41 años, y Juan, instructor de yoga de 44, se preguntan si hacer el amor cuatro veces al mes es demasiado poco, aun cuando reconocen aprovechar los encuentros al máximo. Según Mireya Dubois, los límites en cuanto a las vivencias eróticas existen en dos niveles: “Por una parte, están las fronteras personales, nuestra historia, nuestra estructura psicológica; por otra, los márgenes de la relación, la calidad de nuestra comunicación íntima y nuestra capacidad de evolucionar. A partir de lo anterior, cada dúo celebra un contrato, de manera tácita o expresa”.


Sexualidad a la medida

Infidelidades, exploraciones eróticas, accesorios, fantasías, representaciones… cada pareja establece sus reglas y desarrolla su propio “pacto sensual”. No obstante, lograr dicha libertad lleva su tiempo. “Es muy frecuente que este estado se alcance con el segundo o tercer compañero”, reconoce Jean Michel Fitremann. “Se desarrolla una mayor madurez en todos los sentidos, estamos más conscientes y atentos a las necesidades del otro. Por ende, la sensualidad ocupa un lugar más importante y creativo”, puntualiza. Creatividad: la palabra mágica para una sexualidad libre. “Sin ella, caemos en la monotonía… el gran enemigo en la cama. El erotismo entra por los sentidos, y por ello es importante que aprendamos a experimentarlos al máximo. Oír, mirar, tocar, oler y saborear, así como ‘echar a andar’ la imaginación: tal es la combinación perfecta para un encuentro sexual pleno”, comenta el especialista Martínez, fundador del sitio web www.consultasexual.com.mx. Para Rosa, química de 41 años, y Pedro, cirujano de 39, la creatividad surge de escuchar los ritmos íntimos del otro. “Nos dejamos llevar por el deseo del momento: a veces el sexo es tranquilo y sutil, otras es salvaje y, otras más, sensual e interminable, como en una película romántica”.


Autoexploración: ¿un paso hacia el otro?

A pesar de ya no ser tabú, la masturbación sigue provocando incomodidad, incluso vergüenza. Proporcionarse placer a uno mismo conlleva muchas veces cierta carga de culpabilidad. “Numerosos estudios han demostrado que los adolescentes que no exploran su cuerpo son más susceptibles a tener dificultades para alcanzar el orgasmo. Un gran número de jóvenes no se atreve a tocarse, pues la sexualidad en sus entornos familiares tiene una connotación negativa. No acariciarse implica ignorar el flujo del placer, lo que puede complicar los primeros encuentros eróticos”, señala la especialista en sexología Mireya Bonierbale. La experta recuerda que esta práctica es un indicador de un desarrollo psicosexual armonioso. Pero, una vez que somos adultos, no puede sustituir una relación íntima con otra persona. “En terapia, se trata de una herramienta muy valiosa, que ayuda a descubrir el ‘instructivo’ del placer, a entregarse al cuerpo y a sus sensaciones. Cuanto más cómodos nos sintamos con nosotros mismos, más generosos seremos con nuestra pareja”.


El placer del juego

El hecho de que con frecuencia se asocie la liberación sexual con el espíritu lúdico responde a que el gusto por el juego es una forma magnífica de alcanzar el placer en pareja. El experto Martínez comenta al respecto: “El acto sexual es en sí mismo recreativo, una búsqueda de satisfacción. Es olvidarse de las formalidades, dejarse llevar, explorar los límites. Sin embargo, como en todo juego, también existen reglas. Nadie debe salir lastimado, y es indispensable que ambos estén de acuerdo con lo que vaya a llevarse a cabo. Al cumplir estos puntos, la libertad de experimentar se vuelve infinita”.


En El amante de Lady Chatterley, novela del escritor británico D.H. Lawrence, Constanza vive un amorío con su guardabosques, Parkins. Aunque el deseo brutal se impone entre ellos desde el primer intercambio de miradas, se necesitará más tiempo para que surja el placer total y recíproco. También será preciso que ella aprenda a abandonarse, y que él logre descubrir el poder erótico de la sensualidad. Cuando ambos aparecen persiguiéndose desnudos en el bosque, bajo la lluvia y entre risas, y luego haciendo el amor en el suelo mojado, puede dimensionarse qué tanto la sexualidad es intrínsecamente libre, salvaje y gozosa. Así, si deseamos disfrutar nuestro erotismo sin reservas, podemos empezar por conocernos a nosotros mismos y explorar al otro, aprender a entregarnos y a recibir… y convertir el goce en un verdadero asunto de dos.

“Las comadres”: colectivizando la maternidad


Publicado en desinformémonos.org


El grupo de las comadres surgió de forma espontánea ante la necesidad de poner en común una experiencia vital: la de convertirse en mamás. Para estas mujeres el proceso de la maternidad, con sus momentos felices y tristes, con sus dudas y certezas, no tiene por qué vivirse en privado; por el contrario, se trata de una experiencia que se potencia al compartirse.

Las comadres han decidido trascender la concepción que prevalece en la sociedad actual sobre el embarazo y la maternidad: que se trata de un proceso individual, que nadie “debe meterse” en las decisiones de los padres, que sus hijos son su propiedad, que la educación debe ser estricta. Ellas proponen una crianza colectiva, con amor y mucho respeto hacia las necesidades de los pequeños.

Mara Montes, antropóloga de 34 años e integrante de este grupo, platica sobre él.


México, D.F., marzo de 2012

Somos un grupito de mujeres que coincidimos en un maravilloso curso psicoprofiláctico, donde también se dan clases de pilates posparto. Todas tenemos ahora hijos e hijas de casi tres años. Aunque algunas se conocieron embarazadas, fue al final de las clases de pilates, ya con bebés en brazos, que nos acercamos unas a otras.

El grupo surgió espontáneamente, ante la necesidad de hablar y compartir desde cómo lavar bien las orejas de nuestros hijos hasta lo duro que algunas la pasábamos con las noches de no dormir. Éramos un grupo de felices primerizas ojerosas, con muchas dudas y muchas ganas de compartir lo que estábamos viviendo. Sin duda esto nos acercó muchísimo, pues el posparto nos confrontó con toda la felicidad que nos hace suspirar cuando vemos esta etapa en la tele, pero también con todas las inseguridades de ser alguien que nunca antes fuimos. Todo esto frente a una sociedad que impone claramente una idea de cómo ser mamá hoy en día, y que muchas veces choca con lo que el instinto nos dice”.


“Somos mamás de pecho y rebozo”

Creemos en una crianza con respeto y amor, en la que no hay bebés que manipulan, sino bebés con
necesidades de alimento, de calor, de cuidado, de seguridad. Estamos en contra de sacrificar el desarrollo de nuestros hijos en pos de nuestra comodidad. Esto no significa para nada que seamos esclavas de nuestros hijos, o mártires, o que tengamos “hijos tiranos”. Simplemente, que estamos atentas a sus necesidades.

En ese espíritu, somos mamás de pecho y de rebozo, de traer a los hijos con nosotras y cuidarlos nosotras mismas. Confiamos en que los niños que reciben atención, amor y cuidados, que son escuchados, que tienen un vínculo amoroso con sus padres, serán personas buenas y generosas con las demás personas y con el planeta.

Entre nosotras hay de todo: una ingeniera, una cineasta, una contadora, una bailarina, una arquitecta paisajista, una antropóloga. Al momento de conocernos, todas gozábamos de licencia laboral, y algunas se habían decidido a dejar de trabajar por un tiempo (o la situación las había orillado a ello). Así que nos tocó también acompañarnos en el luto de dejar esa burbuja maravillosa.

Todas dimos pecho al menos un año, y eso también nos hermanó, pues aunque la OMS recomienda seis meses de lactancia exclusiva y por lo menos dos años de lactancia complementaria una vez que los niños consumen alimentos sólidos, en nuestra sociedad hay muchos mitos y prejuicios que resultan en que muchas mujeres apenas den pecho tres semanas, dos meses, o nunca, y que las madres que deciden hacerlo se sientan solas contra el mundo.


“Todas tratamos de aportar algo”

Justamente a partir a partir de la necesidad de no estar solas, pero también de la de darnos elementos para sentirnos seguras con nuestras decisiones, nuestra amistad se volvió también un grupo de lectura. Conseguimos libros sobre lactancia, alimentación, sueño infantil y crianza. Algunos libros no están a la venta; entonces sacamos copias y tratamos de compartirlas con otras mamás.

Hoy seguimos siendo un grupo, pero no nos ponemos fechas. El que nuestros hijos sean de la misma edad y pasen por las mismas etapas de desarrollo nos da la pauta para los temas que ponemos en común. Siempre hay alguien que tiene alguna duda, alguna recomendación, alguna historia que te hace sentir que tu hijo es tan normal y feliz como los demás. Además, llevamos a los hijos como acompañantes de nuestra terapia grupal, y ha sido maravilloso verlos convertirse en amigos. Ahora proponemos citas de juego, y así los hijos y las mamás compartimos.

Actualmente, una de nosotras se dedica a hacer difusión de eventos culturales para pequeños; yo tengo un espacio donde comparto noticias, eventos y artículos sobre crianza. Otra mamá comenzó una pequeña empresa de ropa infantil con diseños artesanales y mano de obra de cooperativas indígenas. En fin, todas tratamos de aportar algo.



“Sin ellas no sé cómo habría sobrevivido convertirme en mamá”

Constantemente les digo a mis co-madres[1] que sin ellas no sé cómo habría sobrevivido el paso de convertirme en mamá. En las sociedades donde existe un verdadero sentido de comunidad y las mujeres se acompañan en los espacios y quehaceres de ser madre, los niños saben cómo nacen los bebés, porque lo han visto; las niñas crecen viendo a sus madres, tías o hermanas cuidar, limpiar, amamantar a sus hijos, y cuando es su turno de ser mamás, tienen la experiencia y el soporte de su comunidad.

En nuestra sociedad no es así. Sé que hay mujeres a quienes les avergüenza parir por el hecho de que un médico las revise. Tengo amigas que se guardan en una habitación o bajo una gran cobija para amamantar. A mucha gente le incomoda que una mujer revise el pañal de su bebé, le dé pecho en el súper o en un restaurante. Estas actitudes no sólo no permiten que las mujeres gocen de una parte fundamental en su vida sexual, que es el parto o la lactancia. También suprimen la posibilidad de que las mujeres que no son madres aún observen, pregunten y aprendan de su experiencia.

Sabemos que somos muy privilegiadas, y que pocas madres, aún deseándolo, pueden darse el lujo de llevar una crianza de este estilo. La vida laboral incorpora a las mujeres pero no ofrece casi ningún espacio para que trabajo y maternidad coexistan amablemente. Por otra parte, muchas mujeres con sus bebés recién nacidos se sienten muy solas. Yo creo que cuando nace un hijo, es el momento de salir a convivir al parque, a alguna clase de música, a lo que el bolsillo permita. Es que así es como las mamás se pueden conocer e identificar. Y entonces, pueden vivir una maternidad potenciada por la experiencia y compañía de otras mamás.



[1] Hay un grupo de madres que se reúne en la colonia Condesa, me parece que se llaman así; justamente cuando supe de ellas, entendí a la perfección y tuvo sentido para mí la palabra comadre: Ser madres, juntas, maternar en compañía de otras madres.

El Corchal, el secreto mejor guardado de la península



Publicado en www.visitmexico.com


Si bien es cierto que en Cancún se encuentran los mejores hoteles, playas y discotecas, también lo es que este destino ofrece mucho más que eso. Quizá para conocer los tesoros naturales más bellos de la zona sea preciso indagar un poco y no conformarse con lo que ofrece la mayoría de operadores turísticos.

Quizá quieras vivir una experiencia diferente y empaparte de naturaleza. Si este es el caso visita El Corchal, una reserva ecológica asentada en el norte de Quintana Roo, a unas dos horas y media de Cancún. El trayecto es largo pero bien vale la pena: podrás conocer uno de los ecosistemas más asombrosos y poco explorados de México.

La reserva se encuentra en el poblado de Solferino, muy cerca de la paradisiaca isla Holbox. Si decides ir, José Quintal, mejor conocido como don Pepe, te estará esperando afuera de su camioneta tipo pick-up para adentrarte 12 kilómetros en la espesa selva. El recorrido hacia El Corchal es en sí mismo una experiencia; Don Pepe es un maestro en el arte de contar historias y no escatimará en compartir sus vivencias contigo.

Quizá te platique cómo descubrió el lugar y decidió preservarlo y compartirlo con la gente, abriendo caminos y obteniendo una certificación oficial para que fuera considerado un área protegida. O tal vez al caminar entre la selva te cuente la historia del pavo de monte, que hace muchos años pidió prestado su plumaje al pujuy para asistir a una fiesta y nunca lo devolvió, o de los árboles del chechén y el chacá, el primero venenoso y el segundo curativo, que crecen siempre juntos.

Seguramente te hablará de los aluxes, los míticos duendecillos mayas que resguardan los bosques y que a veces hacen travesuras. Después de una caminata entre árboles y troncos resbaladizos –puedes elegir entre dos senderos, uno largo y otro más corto– llegarás a un muelle pequeño de madera en cuya orilla se encuentran varias canoas embarcadas. Entonces comienza la mejor parte de la aventura: tendrás que remar entre un sinfín de eneas –plantas acuáticas que forman densas colonias– hacia lo que parece desde lejos un simple matorral, pero es en realidad uno de los ecosistemas más sorprendentes de México.
 
En El Corchal navegarás entre canales y podrás admirar los singulares árboles de corcho, que te sorprenderán con sus formas extrañas. En este espacio reina el silencio, sólo interrumpido de vez en vez por el cantar de las aves. Es tal la quietud percibida que Don Pepe afirma: “Para mí es terapéutico venir. Me permite sanar, estar bien conmigo mismo. Aquí entro con preocupaciones y salgo como si acabara de nacer”. Si observas con cuidado, podrás ver bromelias, orquídeas, cactos, hongos pegados en los troncos de los árboles, caracoles, peces y decenas de aves como codornices, carpinteros o incluso tucanes. Con un poco de suerte podrás visitar la laguna contigua; las eneas son caprichosas y a veces impiden el paso.

Según don Pepe, el mejor momento del día para visitar este sitio es la mañana, muy temprano. “Entonces la naturaleza está más despierta, hay más actividad”, afirma. Existe mayor posibilidad de que contemples animales como monos araña, monos aulladores, venados u hocofaisanes. El parque abre desde las 6:00 y cierra a las 16:00, cuando aún hay luz suficiente para regresar al pueblo.


¿Te quedaste con ganas de más aventura? El parque ecológico también cuenta con una torre de observación de 20 metros de altura y un circuito de tirolesas. De regreso en el poblado de Solferino, antes de irte, date una vuelta por el orquidario y admira la enorme ceiba, el legendario árbol sagrado maya de más de 100 años de edad.