lunes, 29 de julio de 2013

Nuestros pactos sensuales


Publicado en Revista Psychologies, número 28

Pareja en azul, por Marluz.
Haciendo honor a la revolución sexual, hoy día podemos formar lazos íntimos basados en la libertad. Pero, para lograrlo, es preciso poner las necesidades de ambos sobre la mesa… y alcanzar un entendimiento.

¿Sí o no? Durante un mes, Julián, publicista de 37 años, y Noemí, contadora de 35, se lo cuestionaron. Y, juntos, lo decidieron: no participar en un intercambio de parejas. “Quería que ella realizara una de sus fantasías: hacer el amor con otros hombres. Yo también sentía ganas de ‘probar’ con otras mujeres. Finalmente, acordamos esperar, sin frustraciones. En este momento no nos sentimos listos para dar ese paso, pero, ¿quién sabe más adelante?”, declara él. Ella agrega que haber contemplado esta posibilidad reforzó su complicidad erótica. “Tratamos de considerar opciones nuevas y llegar a acuerdos. ¡Las prohibiciones matan el deseo!”. En la actualidad, cada pareja tiene la libertad de abrir o no la puerta a experiencias nuevas y de reinventar constantemente las reglas de su sexualidad… sin sentir el peso del juicio sobre sus hombros.


Opciones al alcance

De acuerdo con el sexólogo José Jaime Martínez, director de la Clínica de Atención Emocional, existe en la actualidad una gran cantidad de información sexual a nuestro alcance. “Ello permite que el espectro de posibilidades se amplíe. A medida que se habla más libremente de sexo, los gustos, las pretensiones y los deseos cambian. Lo que antes se consideraba una perversión hoy es una variante más del erotismo humano”, añade.

Si bien los sexólogos denuncian los peligros de una percepción consumista del sexo, también reconocen el lado positivo de la difusión, cuando menos mediática, de prácticas como el intercambio de parejas, los tríos, la bisexualidad o incluso el sadomasoquismo. “Ello ayuda a legitimar la fantasía, que es la articulación de toda liberación sexual. Una gran cantidad de pacientes se muestra afectada por estas ideas; desea deshacerse de ellas, como si se tratara de una parte desconocida y ajena de sí mismos. Aceptar una fantasía, volviéndola parte de la propia historia, resulta sumamente liberador”, analiza la sexóloga Mireya Dubois.


Libres, ¿hasta dónde?

Algunas personas, sin embargo, se sienten desorientadas frente a tantas posibilidades. Los terapeutas de pareja y los sexólogos comprueban que las preguntas que obsesionan a la mayoría de sus pacientes giran en torno a lo que se considera normal y a lo que “deberían” hacer para aumentar el placer. “Algo que escucho cada vez más en consulta es ‘¿quién soy yo en mi vida sexual?’, ‘¿qué dirección debo tomar?’, como si el hecho de que todo fuera posible inhibiera el deseo y disolviera la identidad del sujeto”, comenta el psicoanalista Jean Michel Hirt. Luisa, actriz de teatro de 41 años, y Juan, instructor de yoga de 44, se preguntan si hacer el amor cuatro veces al mes es demasiado poco, aun cuando reconocen aprovechar los encuentros al máximo. Según Mireya Dubois, los límites en cuanto a las vivencias eróticas existen en dos niveles: “Por una parte, están las fronteras personales, nuestra historia, nuestra estructura psicológica; por otra, los márgenes de la relación, la calidad de nuestra comunicación íntima y nuestra capacidad de evolucionar. A partir de lo anterior, cada dúo celebra un contrato, de manera tácita o expresa”.


Sexualidad a la medida

Infidelidades, exploraciones eróticas, accesorios, fantasías, representaciones… cada pareja establece sus reglas y desarrolla su propio “pacto sensual”. No obstante, lograr dicha libertad lleva su tiempo. “Es muy frecuente que este estado se alcance con el segundo o tercer compañero”, reconoce Jean Michel Fitremann. “Se desarrolla una mayor madurez en todos los sentidos, estamos más conscientes y atentos a las necesidades del otro. Por ende, la sensualidad ocupa un lugar más importante y creativo”, puntualiza. Creatividad: la palabra mágica para una sexualidad libre. “Sin ella, caemos en la monotonía… el gran enemigo en la cama. El erotismo entra por los sentidos, y por ello es importante que aprendamos a experimentarlos al máximo. Oír, mirar, tocar, oler y saborear, así como ‘echar a andar’ la imaginación: tal es la combinación perfecta para un encuentro sexual pleno”, comenta el especialista Martínez, fundador del sitio web www.consultasexual.com.mx. Para Rosa, química de 41 años, y Pedro, cirujano de 39, la creatividad surge de escuchar los ritmos íntimos del otro. “Nos dejamos llevar por el deseo del momento: a veces el sexo es tranquilo y sutil, otras es salvaje y, otras más, sensual e interminable, como en una película romántica”.


Autoexploración: ¿un paso hacia el otro?

A pesar de ya no ser tabú, la masturbación sigue provocando incomodidad, incluso vergüenza. Proporcionarse placer a uno mismo conlleva muchas veces cierta carga de culpabilidad. “Numerosos estudios han demostrado que los adolescentes que no exploran su cuerpo son más susceptibles a tener dificultades para alcanzar el orgasmo. Un gran número de jóvenes no se atreve a tocarse, pues la sexualidad en sus entornos familiares tiene una connotación negativa. No acariciarse implica ignorar el flujo del placer, lo que puede complicar los primeros encuentros eróticos”, señala la especialista en sexología Mireya Bonierbale. La experta recuerda que esta práctica es un indicador de un desarrollo psicosexual armonioso. Pero, una vez que somos adultos, no puede sustituir una relación íntima con otra persona. “En terapia, se trata de una herramienta muy valiosa, que ayuda a descubrir el ‘instructivo’ del placer, a entregarse al cuerpo y a sus sensaciones. Cuanto más cómodos nos sintamos con nosotros mismos, más generosos seremos con nuestra pareja”.


El placer del juego

El hecho de que con frecuencia se asocie la liberación sexual con el espíritu lúdico responde a que el gusto por el juego es una forma magnífica de alcanzar el placer en pareja. El experto Martínez comenta al respecto: “El acto sexual es en sí mismo recreativo, una búsqueda de satisfacción. Es olvidarse de las formalidades, dejarse llevar, explorar los límites. Sin embargo, como en todo juego, también existen reglas. Nadie debe salir lastimado, y es indispensable que ambos estén de acuerdo con lo que vaya a llevarse a cabo. Al cumplir estos puntos, la libertad de experimentar se vuelve infinita”.


En El amante de Lady Chatterley, novela del escritor británico D.H. Lawrence, Constanza vive un amorío con su guardabosques, Parkins. Aunque el deseo brutal se impone entre ellos desde el primer intercambio de miradas, se necesitará más tiempo para que surja el placer total y recíproco. También será preciso que ella aprenda a abandonarse, y que él logre descubrir el poder erótico de la sensualidad. Cuando ambos aparecen persiguiéndose desnudos en el bosque, bajo la lluvia y entre risas, y luego haciendo el amor en el suelo mojado, puede dimensionarse qué tanto la sexualidad es intrínsecamente libre, salvaje y gozosa. Así, si deseamos disfrutar nuestro erotismo sin reservas, podemos empezar por conocernos a nosotros mismos y explorar al otro, aprender a entregarnos y a recibir… y convertir el goce en un verdadero asunto de dos.

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