Publicada en Terra.
Gilles Lipovetsky es un filósofo y sociólogo nacido en
París. En La Era del Vacío y El Imperio de lo Efímero, sus principales obras,
ha puesto en duda comportamientos que hemos incorporado, sin reflexionar
demasiado, a nuestra vida diaria: el culto al lujo y la alta moda, el consumo
desmedido, los cánones de belleza dictados por los medios (y seguidos fielmente
por incontables mujeres)… Recientemente visitó la ciudad de México, y en Terra
tuvimos la oportunidad de platicar con él.
Existe en la actualidad una enorme oferta de productos en el
mercado: cremas anti arrugas, perfumes, maquillajes, aceites para el cabello...
¿Cree que esta oferta abrumadora contribuye a enriquecernos como seres humanos
o, por el contrario, nos empobrece?
Racionalmente se puede decir que no necesitamos todo eso.
Pero también como seres humanos contemporáneos ya no queremos ser pasivos ante
la realidad. La gente ahora rechaza el destino; con la cirugía plástica los
seres humanos se transforman. Si alguien se despierta con la cara deshecha,
puede arreglarla con productos cosméticos. Creo que eso es muy útil.
Todos estos productos prometen bienestar con relación al
propio cuerpo, ofrecen el placer de sentirse más bellas. Quizá sea una ilusión,
quizá no. Pero esto motiva a las mujeres a sentirse más seductoras.
Sí: estamos en un universo donde todo es belleza. Hay top
models por todos lados, en la calle, en las revistas. Las mujeres se comparan
todo el tiempo, y esta comparación las hace sufrir. No son dañinos los
productos cosméticos en sí, sino el bombardeo de los estereotipos de belleza.
¿Y qué me dices de los retoques de las fotos? Las mujeres siempre encuentran
que son demasiado gordas o delgadas. La realidad es que hay muchas mujeres que
tienen una ansiedad estética con relación a sí mismas.
La era del vacío, editorial Anagrama |
Creo que hay varios factores. El primero sería la
desaparición de un mundo tradicional. El valor de la novedad cobra cada vez más
importancia. Antes todos se vestían como sus padres, sus hermanos, y no había
problema alguno. Hoy tenemos sociedades que cambian todo el tiempo, que buscan
constantemente la novedad. Esto permite cierta individualización de las
personas, pues alguien puede escoger un pantalón y no otro, una camisa y no
otra… Las personas sienten que esto le da más valor.
Hay un tercer factor, que es el mercado. La valorización de
la moda y ese cambio perpetuo es bueno para los negocios. La gente cambia todo
el tiempo, compra todo el tiempo. Está creando necesidades constantemente. Es
un fenómeno que implica factores sociales, culturales y económicos.
Sugiere que somos una sociedad hiperconsumista. ¿Qué
implicaciones tiene esto para nuestra vida cotidiana?
El hiperconsumismo hace que, para cualquier cosa, nos
dirijamos al mercado buscando que responda a nuestros deseos. Estamos atrapados
en una espiral de necesidades siempre creciente. Eso plantea problemas cuando
el presupuesto llega a un tope. Mucha gente no para de contar, de calcular
cuánto dinero tiene; se pasa horas buscando buenos precios en Internet,
reservando viajes de bajo costo… El problema es que sentimos que tenemos cada
vez más necesidades, pero no siempre tenemos el presupuesto para consumarlas.
Es por eso que existen tantas personas endeudadas.
Asimismo, el hiperconsumismo causa problemas para el cuerpo:
se come demasiado y mal, y tenemos como resultado la obesidad en el mundo. Es
un problema de salud, no sólo un asunto estético. Imagínate, ¡ahora existen
niños obesos! Nunca antes se había visto algo así. Así que vivimos en una
paradoja: hay una sobreabundancia y al mismo tiempo, una crisis. Tendremos que
encontrar una solución a este problema antes de que se vuelva demasiado grande.