lunes, 18 de noviembre de 2013

Cinco autores que sufrieron por (des)amor

Foto: Letroactivos


Publicado en Letroactivos.


Dicen quienes ven muchas novelas que el amor es algo indescriptible que hace sentir mariposas en el estómago, luchar contra el malvado mundo y otras cursilerías demasiado melosas para ser repetidas aquí. Aunque esto es cierto para algunos tórtolos —basta ver a la Gaviota y su flamante marido derramando miel—, muchas personas no corren con la misma suerte. Estos son algunos escritores que viven o vivieron atormentados por el desamor.


Alfonsina Storni

Nunca la desgracia ha sido tan poética como en el caso de Alfonsina, poeta nacionalizada argentina. Con un pensamiento feminista que superaba el de su época, y una enfermedad grave que la consumía, no tuvo oportunidad de encontrar eso que llaman amor verdadero. Su poesía reflejó su dolor y soledad, ambas condiciones que la llevaron a quitarse la vida —eso sí, de manera muy romántica— lanzándose al Mar de Plata.

«¿En dónde está el que con su amor me envuelva?/Ha de traer su gran verdad sabida…/Hielo y más hielo recogí en la vida:/Yo necesito un sol que me disuelva».


Violeta Parra

Dicen las malas lenguas que la autora de «Gracias a la vida» se quitó la vida por desamor. Violeta sostuvo un intenso romance con el antropólogo Gilbert Favre, con quien vivió en Ginebra. Después de un par de años Favre la abandonó y se fue a Bolivia (y ella en medio del llanto le compuso la melodía «Run Run se fue pa’l norte»). Violeta agarró coraje para ir a buscarlo, pero lo encontró felizmente casado, hecho que la sumió en una depresión profunda y la orilló a suicidarse.


Leonard Cohen

Una de las melodías más famosas del cantante y poeta canadiense es «Famous Blue Raincoat», un verdadero himno a la resignación amorosa, o mejor dicho, a lo gacho que se siente que tu mejor amigo te baje a tu mujer.

«And what can I tell you my brother, my killer/ What can I possibly say?/ I guess that I miss you, I guess I forgive you/ I’m glad you stood in my way». (¿Y qué puedo decirte, mi hermano, mi asesino? ¿Qué podría decir? Supongo que te extraño, supongo que te perdono, estoy contento de que te hayas atravesado en mi camino).


Sylvia Plath

La autora tuvo una vida amorosa desafortunada. Reservaba su virginidad para su novio, Dick Norton, cuando descubrió que éste le fue infiel con una camarera de hotel. Unos años después, mientras se encontraba en Nueva York, fue atacada sexualmente en una cita romántica. Terminó casándose con un bebedor y mujeriego quien después de darle dos hijos la abandonó por otra poetiza. Puso fin a su sufrimiento metiendo la cabeza en el horno.

«La vida es soledad, pese a todos los opiáceos, pese a las máscaras risueñas que todos nos ponemos. Y cuando al fin encuentras a alguien a quien crees que podrás mostrar tu alma, te detienes asustado por tus propias palabras».


Ernest Hemingway


Un alma intranquila en toda la extensión de la palabra, Hemingway planeaba casarse con Agnes, una enfermera de la Cruz Roja, cuando ella decidió huir con un oficial italiano. Plasmó su dolor en escritos y después encontró la paz momentánea con otra mujer, con quien se casó y de quien se divorció al poco tiempo. Nunca se sintió satisfecho con sus matrimonios: dejó a su siguiente esposa, Pauline, por Martha, y a Martha por Mary. Se suicidó a los 61 años con problemas de alcoholismo, enfermo y solo.

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