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Dicen quienes ven muchas
novelas que el amor es algo indescriptible que hace sentir mariposas en el
estómago, luchar contra el malvado mundo y otras cursilerías demasiado melosas
para ser repetidas aquí. Aunque esto es cierto para algunos tórtolos —basta ver
a la Gaviota y su flamante marido derramando miel—, muchas personas no corren
con la misma suerte. Estos son algunos escritores que viven o vivieron
atormentados por el desamor.
Alfonsina Storni
Nunca la desgracia ha sido tan poética como en el caso de
Alfonsina, poeta nacionalizada argentina. Con un pensamiento feminista que
superaba el de su época, y una enfermedad grave que la consumía, no tuvo
oportunidad de encontrar eso que llaman amor verdadero. Su poesía reflejó su
dolor y soledad, ambas condiciones que la llevaron a quitarse la vida —eso sí,
de manera muy romántica— lanzándose al Mar de Plata.
«¿En dónde está el que con su amor me envuelva?/Ha de traer
su gran verdad sabida…/Hielo y más hielo recogí en la vida:/Yo necesito un sol
que me disuelva».
Violeta Parra
Dicen las malas lenguas que la autora de «Gracias a la vida»
se quitó la vida por desamor. Violeta sostuvo un intenso romance con el
antropólogo Gilbert Favre, con quien vivió en Ginebra. Después de un par de
años Favre la abandonó y se fue a Bolivia (y ella en medio del llanto le
compuso la melodía «Run Run se fue pa’l norte»). Violeta agarró coraje para ir
a buscarlo, pero lo encontró felizmente casado, hecho que la sumió en una
depresión profunda y la orilló a suicidarse.
Leonard Cohen
Una de las melodías más famosas del cantante y poeta
canadiense es «Famous Blue Raincoat», un verdadero himno a la resignación
amorosa, o mejor dicho, a lo gacho que se siente que tu mejor amigo te baje a
tu mujer.
«And what can I tell you my brother, my killer/ What can I
possibly say?/ I guess that I miss you, I guess I forgive you/ I’m glad you
stood in my way». (¿Y qué puedo decirte, mi hermano, mi asesino? ¿Qué podría
decir? Supongo que te extraño, supongo que te perdono, estoy contento de que te
hayas atravesado en mi camino).
Sylvia Plath
La autora tuvo una vida amorosa desafortunada. Reservaba su
virginidad para su novio, Dick Norton, cuando descubrió que éste le fue infiel
con una camarera de hotel. Unos años después, mientras se encontraba en Nueva
York, fue atacada sexualmente en una cita romántica. Terminó casándose con un
bebedor y mujeriego quien después de darle dos hijos la abandonó por otra
poetiza. Puso fin a su sufrimiento metiendo la cabeza en el horno.
«La vida es soledad, pese a todos los opiáceos, pese a las
máscaras risueñas que todos nos ponemos. Y cuando al fin encuentras a alguien a
quien crees que podrás mostrar tu alma, te detienes asustado por tus propias
palabras».
Ernest Hemingway
Un alma intranquila en toda la extensión de la palabra,
Hemingway planeaba casarse con Agnes, una enfermera de la Cruz Roja, cuando
ella decidió huir con un oficial italiano. Plasmó su dolor en escritos y
después encontró la paz momentánea con otra mujer, con quien se casó y de quien
se divorció al poco tiempo. Nunca se sintió satisfecho con sus matrimonios:
dejó a su siguiente esposa, Pauline, por Martha, y a Martha por Mary. Se
suicidó a los 61 años con problemas de alcoholismo, enfermo y solo.
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